Manosfera: cómo los espacios virtuales fomentan los discursos misóginos en el mundo real
La exposición de los adolescentes a ciertos espacios virtuales puede introducirlos en discursos de odio.
La exposición de los adolescentes a ciertos espacios virtuales puede introducirlos en discursos de odio.

Los últimos resultados de la encuesta del CIS muestran que más de la mitad de los hombres entre 16 y 24 se sienten discriminados por las políticas de igualdad. El martes 20 de febrero, el documental La xarxa ultra de TV3, se proponía dar una explicación a estas cifras. La manera como se traduce la interacción de los jóvenes con internet en la percepción de los cambios sociales se ha convertido, en los últimos años, en un motivo de preocupación. Aparte de lo que vemos y leemos en las noticias, es cierto que cada vez más nos encontramos con palabras como sesgo cognitivo, manosfera, polarización… ¿Pero qué quiere decir todo esto? ¿Qué implica en el día a día de los jóvenes?
Sesgos cognitivos y el mito de los “filtros burbuja”
Las personas tendemos a rodearnos de gente que comparte nuestra visión del mundo. Esto no es inherentemente perjudicial, pero puede tener consecuencias en cómo vemos y tratamos a los que no son como nosotros. Es habitual escuchar que internet exagera estos sesgos y crea “filtros burbuja”, pero los estudios nos dicen otra cosa. Y es que, en internet, estamos expuestos a una gran diversidad de opiniones, mayor todavía que la de nuestro día a día en el mundo real.
Ahora bien, la confrontación directa y continuada con opiniones disidentes puede hacer que solo identifiquemos al otro en términos antagónicos y formar un discurso basado en el “nosotros vs. ellos”. En otras palabras, mi visión del mundo (correcta) contra la suya (incorrecta). Existe el riesgo de que los prejuicios y sesgos se conviertan en dogma.
Adolescencia y la manosfera
En los últimos años, se ha hablado de la radicalización de jóvenes como respuesta a los cambios sociales recientes, un proceso en el que internet juega un papel central. Nos referimos a la llamada manosfera, un tejido diverso de espacios y comunidades virtuales que tienen en común el fomento de discursos misóginos y antifeministas. Los jóvenes pueden llegar de diferentes maneras, pero una de las principales estrategias es el humor. La caricaturización del léxico feminista —especialmente, el institucional— y la banalización de temas como la violencia machista introducen discursos misóginos disfrazados de movimiento contracultural.
La información veraz y contrastada no es una prioridad de estos espacios que funcionan apelando a las emociones. El ecosistema se fundamenta en la construcción de la comunidad y el vínculo afectivo entre los usuarios. Es precisamente este sentimiento de pertenencia lo que los jóvenes buscan —y lo que hace que la adolescencia sea todavía más vulnerable. Internet innova en el sentido que ya no hace falta un movimiento físico para estar expuesto a la polarización porque el espacio virtual está en todas partes.
Pero, igual que tendemos a relacionarnos con aquellos con los que nos identificamos, también es más probable que creamos la información que estos nos dan sin contrastarla —este fenómeno es conocido como sesgo de grupo. La solución no puede ser dejar de interactuar con el mundo o decir a los alumnos que deben desconfiar de absolutamente todo, esto es insostenible. Pero, después de haber tomado consciencia de nuestros sesgos, es más fácil interactuar de forma crítica con contenidos y otros usuarios.
De los espacios digitales al mundo real
Este problema no es exclusivo de la manosfera. Las redes sociales están diseñadas no solo para captar nuestra atención, sino para mantenerla. Compartimos e interaccionamos más con los contenidos que nos despiertan emociones fuertes como la rabia o el miedo. Igualmente, las redes sociales se convierten en una especie de amplificador de mensajes radicalizados, aunque esto no necesariamente implica una polarización real de los usuarios. Además, hace falta recordar que el mundo virtual y el mundo real no son dos universos separados y excluyentes. Las emociones que provoca el mundo virtual —las buenas y las malas— son muy reales. De esta manera, los discursos con los que se topan los alumnos en internet, se traspasan a la realidad.
En la Cápsula 6. De los prejuicios al odio podemos ver como la violencia visible —como agresiones o insultos— parte de los fundamentos que los estereotipos y los prejuicios asientan. Es en la base donde hace falta poner el foco. La adolescencia es una etapa de (re)construcción de identidades, de formación, de buscar donde encaja cada uno y de formar comunidades. Esto los hace especialmente vulnerables a ciertas narrativas que ofrecen respuestas cómodas y reconfortantes en un momento de cambios convulsos. El acercamiento de los jóvenes a discursos radicalizados puede leerse como una alerta, una señal que nos avisa que alguna cosa no funciona, alguna necesidad no está siendo atendida. El alumnado necesita espacios donde se sienta escuchado y no juzgado.